La educación de los hijos es una inversión fundamental, pero su costo creciente puede ser un reto. Contratar un seguro educacional ayuda a prever y planificar los gastos académicos futuros, ofreciendo tranquilidad y estabilidad financiera para cuando lleguen esos momentos. ¿En qué momento es conveniente contratarlo?
1. Desde el nacimiento: asegurar el futuro desde el inicio
Contratar un seguro educacional al nacer o en los primeros años de vida es una estrategia ideal para aprovechar al máximo los beneficios del plan. Al empezar temprano, las familias pueden acceder a primas más bajas y, además, acumular un fondo más significativo a través de los intereses generados en un periodo largo.
Otro beneficio es que el ahorro se realiza de manera gradual y sin prisa, permitiendo construir un capital considerable. Esto también brinda a los padres la tranquilidad de que el fondo estará disponible cuando sea necesario, ya sea para colegiaturas de educación básica o gastos universitarios. En definitiva, comenzar desde el nacimiento permite alcanzar la meta con mayor seguridad.
2. Entre los 5 y 10 años: consolidar la educación básica y media
Contratar el seguro educacional entre los 5 y 10 años también es una buena opción. En esta fase, los padres pueden optar por planes de mediano plazo que cubran desde la educación primaria hasta la universidad, con la ventaja de seguir teniendo un costo accesible. Este periodo permite ajustar el plan de acuerdo con el desarrollo académico del niño, integrando los costos de la educación básica y las actividades extracurriculares.
Al contratar en estos años, se tiene una mejor visión de los gastos educativos que se enfrentarán, permitiendo hacer ajustes según el plan de estudios elegido para el niño y las capacidades financieras de la familia.
3. Entre los 10 y 15 años: asegurar la transición a la universidad
A partir de los 10 años, los gastos académicos tienden a aumentar, y se puede empezar a planear más específicamente para la universidad. Este es un buen momento para contratar un seguro educacional enfocado en el corto plazo. Aunque las primas pueden ser un poco más altas, el plan se adapta a los gastos universitarios, que incluyen inscripciones, materiales y transporte.
Además, asegurar en esta fase es una forma de protegerse ante imprevistos, como enfermedades o pérdida de empleo, que podrían afectar el patrimonio familiar. Un seguro educativo puede hacer frente a estos eventos y asegurar que el niño pueda concluir su educación sin obstáculos financieros.
La importancia de una estrategia flexible
Cada familia tiene sus propias necesidades, capacidades financieras y metas educativas para sus hijos, por lo que el mejor momento para contratar un seguro educacional puede variar. Sin embargo, siempre será ventajoso empezar cuanto antes para obtener los mayores beneficios a largo plazo. Con ayuda de un asesor de seguros, es posible adaptar la cobertura a los cambios que puedan surgir y elegir el plan que mejor se ajuste a cada etapa de crecimiento.
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